En la calle Pavaneras se alza el Palacio de los Marqueses de Casablanca, casa señorial que al parecer fue edificada sobre una mezquita árabe anterior y de nombre desconocido. Su nueva construcción en estilo mudéjar fue promovida a principios del siglo XVI por Luis Maza de Lizana, hidalgo emparentado también con los Granada Rengifo, antepasado del título que le da nombre ahora (con el apellido Torres Ponce de León, aunque la distinción familiar se otorgó el 9 de Noviembre de 1712 a Luis Maza de Mendoza y Montalvo), y cuyo escudo timbrado por una celada con lambrequines y plumas figura en la fachada sobre una cruz de Calatrava. Entre algunos de sus notables moradores hay que recordar al obispo de Tortosa Justino Antolínez y al entonces famoso sacerdote Francisco de Velasco, llamado el Cura Santo y muerto aquí en “olor de santidad”.

Su frontispicio actual sólo conserva de su primitiva época de construcción una ventana original enrejada y decorada con yesería plateresca (cabezas de guerreros y de mujeres, “candelieri” y floreros), y otro escudo cuartelado y timbrado de un casco que remata un penacho de plumas y cintas (de linaje desconocido, hoy se encuentra situado en el lateral de la vivienda abierto a la cercana calle Cocheras de San Cecilio), decoración que al parecer es posterior al Quinientos y al resto de la casa.

Tal escasez de elementos originarios se debe a las tres importantes restauraciones que experimentó este inmueble tras los incendios que sufrió en 1910, fecha en la que el resto de aquélla portada se resolvió con motivos historicistas neomedievales (arco carpanel festoneado, finas molduras con tondos, gran ventana con cuadrifolias y baquetones enmarcándola, todo en piedra y ladrillo pintado, más balcones de forja sobre tornapuntas de hierro); luego en 1940, consecuencia del cual se empedró el patio, se acristalaron las galerías y se colocaron algunos restos musulmanes encontrados debajo; y finalmente en los años 1980, que destruyó la fabulosa cubierta mudéjar del salón principal de la planta baja.

Este déficit también vino determinado por las obras de acondicionamiento que por esas fechas acabaron adaptando el conjunto a hotel de cinco estrellas, pero que finalmente no se llevaron a cabo. Presenta dos pisos tanto al exterior (cuyos lados Este y Oeste elevan otro más sobre los otros dos laterales dando la apariencia externa de torres con vanos de medio punto, celosías, barandas de piedra y medallones con grandes mascarones humanos), como interiormente (estructurados en este último caso alrededor de un patio abierto, al que se llega tras atravesar su puerta exterior de madera claveteada y un amplio zaguán).

Se mantuvo como residencia palaciega del actual marqués Carlos Zárate Díez de Rivera hasta 1992, cuando se convirtió en guardería infantil, uso que se ha mantenido hasta fechas muy recientes, desde las que acoge la galería de arte Cidi Hiaya y el despacho profesional de un abogado (actualmente se realizan obras en las dependencias que antiguamente se destinaron a la entrada de los carruajes). 

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