Accedemos al patio del Ciprés de la Sultana desde la sala de la nave N. Parece que fue el lugar en el que se situaba el baño del Generalife, pero se perdió ya a comienzos del siglo XVI y se convirtió en un jardín donde se hacía un curioso juego de agua.

 

Entre 1584 y 1586 se hizo la galería septentrional y más tarde se ajardina con una gran alberca en forma de U rodeada de setos de arrayán. Queda el tronco inerte del famoso Ciprés de la sultana, muerto porque desde el siglo XIX los visitantes se llevaban astillas de él como recuerdo.

 

Este ciprés ha dado lugar a la más famosa leyenda del Generalife. A finales del siglo XVI Ginés Pérez de Hita, en su ficticia “Historia de los bandos de los Zegríes y los Abencerrajes” decía que:

 

“… mi señora la Reyna tiene amores con el Abencerraje llamado Albinhamad…, quando en Generalife hazían Zambra… por una de aquellas calles que están hechas de arrayán, de improviso, debaxo de un rosal, que haze rosas blancas, que es muy grande, yo vide a la Reyna holgar con Abinhamad … y a cabo de rato vimos salir a la Reyna sóla por allá debaxo, junto a la fuente de los Laureles…”.

 

Pero el verdadero creador de la leyenda fue el padre Juan de Echeverría, a fines del siglo XVIII, al ligar el relato de Pérez de Hita con el ciprés de este patio. En uno de sus famosos “Paseos” dice a su acompañante:

 

“Una tradición que no sé en que funde, dice: que al pie de esos Cipreses, fue donde el impostor Gomel dixo que había visto a la sultana en familiar conversación con el Abencerrage, y por esto les llama los Cipreses de la Reyna Sultana”.

 

¿Que hacer?