Desde sus comienzos, allá por 1984, el objetivo de este ya mítico restaurante ha sido dar a conocer la auténtica cocina italiana. Jugar con las influencias de la cultura culinaria del Mediterráneo, Asia y norte de África, para ampliar el recetario de base puramente casera y dotando a la tradición de un toque creativo y vanguardista. Siempre contando con un toque andaluz. Risottos con setas o a la naranja, así como un amplio abanico de platos compuestos de las amplias variedades de pasta, son sólo algunas de sus especialidades. Las carnes también son tratadas con el máximo mimo, siendo el solomillo al vino tinto uno de sus manjares más preciados. En sus comienzos, su público era el más atrevido, aquel que apostaba por el disfrute de nuevos sabores, de procedencia desconocida para muchos. Esta fórmula ha funcionado ya que se ha ganado a una clientela fija que ha sabido apreciar el gusto por un recetario de calidad. En la actualidad, muchos y muy variados públicos disfrutan de su amplia carta, seña de que su esfuerzo ha merecido la pena. La selección vinícola suele ir aparejada a las firmas del Somontano así como Riberas del Duero y Riojas. Uvas que combinan perfectamente los sabores de pastas, risotos y carnes de forma excepcional.

Educar el paladar

Como muestra de su mayor compromiso con sus clientes, su cocina siempre se ha preocupado por educar a paladares que no van más allá de las típicas pizzas. Seductores sabores, quizá nunca antes degustados, que vierten un aroma único, propio. Y es que más de 24 años ofreciendo un servicio excepcional, le ha permitido convertirse en un clásico de la capital granadina. Buen trato y compromiso con la calidad están asegurados.