En la casa número 17 de la Cuesta de Rodrigo del Campo, en el Realejo, se conserva el Aljibe homónimo de época árabe que, de la gran cantidad de carácter público que entonces existieron en Granada, hoy es el único que aún se conserva en la orilla izquierda del Darro y por tanto en el barrio.

 

Situado debajo de dicha vivienda, que hace esquina con la Calle Paredón Jesús de las Penas, de él sabemos que hasta el siglo XVIII abastecía a muchos vecinos de este barrio del Realejo aunque en la actualidad presenta un reducido horario de visita.

 

Presenta al exterior una fachada constituida por un solo arco de ladrillo con forma de herradura algo apuntada, dispuesto sobre deterioradas impostas de piedra arenisca con moldura en perfil de nacela, y cuyas enjutas aún conservan la mayor parte de su decoración.

 

Integrado este ornato por azulejos policromados de trazado mudéjar, procede de la última restauración decimonónica que sufrió este inmueble, llevada a cabo en 1892. Este aljibe debe datarse en el siglo XIV en función de la gran similitud tipológica que muestra dicho arco con su contemporáneo del Trillo, hecho que lleva a pensar que ambos debieron realizarse en la misma época.

 

Interiormente está constituido por una nave única de planta rectangular, de cuyas paredes enlucidas (que presentan el curioso detalle de tener las esquinas redondeadas como una peculiaridad que no aparece en ninguna otra cisterna de las conocidas), y desde un pequeño resalte que hay en ellas, arranca la bóveda que la cubre.

 

Situada a una altura de más de cuatro metros, tiene forma de medio cañón y está realizada con fábrica de ladrillo visto. Su enlosado lo constituyen dos estratos sucesivos: uno superior constituido por baldosas rectangulares, ejecutadas en barro cocido y dispuestas en hiladas alternas; y otro debajo de él y original, formado por ladrillos más estrechos, organizados en forma de espiga o de espina de pez, a imitación del opus spicatum romano.

 

La última reforma que sufrió el aljibe, tras la originada por el deterioro que le causó un taller de carpintería en que acabó transformado (para lo cual hubo que convertir su base en puerta y luego rellenarlo de cascajo hasta alcanzar la altura de la calle), fue la más reciente e importante.

 

Tuvo lugar en 1985, y sirvió para recuperarlo para Granada y el arte, debido a su completo vaciado hasta el suelo original y a la recuperación de su embocadura a través de un arco rebajado, gracias a la generosa colaboración que ofreció el entonces dueño de la casa situada sobre él, Manuel Aguirre Soria.