Valle (El)

Cada núcleo de población, unidos en un solo ayuntamiento desde 1972, tiene su propio patrimonio arquitectónico. Melegís, por ejemplo, ofrece la iglesia de San Juan Evangelista, de estilo mudéjar, construida en 1570 y que conserva una Inmaculada de la Escuela de Alonso Cano, un crucificado barroco traído de Perú y un órgano muy antiguo. También la Cruz de Piedra, del siglo XV y recientemente restaurada; los lavaderos públicos que se usaron hasta la construcción de los saneamientos y un monumento al Sagrado Corazón de Jesús. Restábal, la iglesia parroquial de San Cristóbal, del siglo XVI, la más antigua del Valle de Lecrín aunque se perdieron sus archivos en un incendio en 1965; una torre de la época nazarí y el llamado Castillo de la Alfarería o ñde los morosñ. Saleres, la iglesia de Santiago, terminada en 1561 y con portada de Pedro de Berruezo, que fue quemada por los moriscos y restaurada con artesonado mudéjar a finales del mismo siglo XVI, y la atalaya, torre vigía levantada entre los siglos XIII y XIV en un lugar a 1.011 metros de altitud. Los tres tienen, además, numerosos aljibes y molinos, algunos del siglo XIV, así como casas blasonadas del XVIII. Peculiaridades Melegís conserva un olmo cinco veces centenario a la puerta de su iglesia y Restábal un algarrobo milenario en el Camino Viejo de Motril. También tiene el primero de estos núcleos un nacimiento de aguas termales y medicinales que se está habilitando para ponerlo en explotación. Como tradiciones, una romería en mayo, el día de la Virgen de Fátima (13), al Cerro del Calvario en Restábal y el baño la noche de San Juan, tanto en el río como en las fuentes.

Historia

Aunque las primeras referencias escritas que se tienen de este lugar corresponden a la época islámica, el asentamiento humano debió ser anterior dada la fertilidad de la tierra y la abundancia de agua. En el siglo XV fue Melegís residencia de la Corte de Granada durante un breve periodo de tiempo, después de sufrir esta zona las guerras civiles entre Al Hamar y los Abencerrajes, en los últimos años del siglo XIV. A pesar de esta inseguridad, los musulmanes desarrollaron los regadíos, parte de cuyos canales aún se aprovechan hoy, y lograron una floreciente agricultura que tenía su base principal en el cultivo del gusano de seda. La continua llegada de familias procedentes de otros reinos conquistados por los ejércitos cristianos hizo subir el censo de población hasta casi los siete mil habitantes. Tras la entrada de los Reyes Católicos, pero más concretamente después de la expulsión de los moriscos, los cultivos se fueron cambiando y empobreciendo. En el siglo XIX, la carencia de infraestructuras provocó una emigración masiva que redujo otra vez de forma considerable, el número de vecinos.