Colomera

La iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, edificada en el siglo XVI sobre una antigua mezquita, aúna elementos góticos, renacentistas y mudéjares. Tiene tres naves y destacan en ella la pila bautismal, una armadura mudéjar, otra ochavada en el cuerpo de campanas de la torre y una pintura de la Virgen de Belén que se atribuye a Alonso Cano. Ha sido declarada Monumento Histórico Artístico. Cerca de la iglesia se conservan restos de la fortaleza árabe, de la que apenas quedan dos aljibes, algunos sillares y la peña donde se asentó. También tiene un cementerio visigodo en la Era del Chopo, datado entre los siglos IV al VII, pero en el pueblo no se guarda ninguno de los objetos hallados en él, al parecer de poco valor. Sin embargo sí se encuentran en buen estado una calzada y un puente romanos, éste el único para cruzar el río hasta hace sólo unas décadas. Y tuvo dos ermitas, la del Calvario y la de San Antonio, una de las cuales puede ser la actual del Cristo de la Vera Cruz, desplazada desde el centro a un extremo de la población por el corrimiento de tierras del siglo XVII. Peculiaridades Tiene Colomera dos molinos de aceite, el de las Niñas y el de la Puente, a unos cien metros de distancia entre sí. El primero funcionaba con la fuerza de un mulo, como las antiguas norias, y se conserva en perfecto estado. Puede visitarse solicitando previamente permiso a su propietario. El último jueves de abril se hace fiesta para despedir a los romeros de la Virgen de la Cabeza, que parten hacia el Cerro del Cabezo en Andujar, y el 4 de octubre, festividad de San Francisco, se organizan hogueras, ahora en las afueras de la población y con fuerte participación infantil, que compiten en duración por unos premios municipales.

Historia

Fue emplazamiento romano como demuestra su nombre, procedente del término latino columbaria, que puede traducirse como nido de palomas. Durante la dominación árabe fue Qolumbayra, como la menciona Ibn Hayyan en el siglo X, cuando era una fortaleza construida por el ejército cordobés para hacer frente al rebelde Ibn Hafsun. También tuvo desde esa época una alquería, origen de la actual población, y se vio envuelta en numerosos episodios bélicos al ser durante mucho tiempo tierra fronteriza. Asimismo ejerció como despensa de la capital, a la que surtía de trigo, chacinas y carne de caza. En 1486 fue conquistada por los Reyes Católicos y entregada en señorío a Fernán Álvarez de Toledo. Los años siguientes, hasta la toma de Granada, fue sede de una fuerte guarnición cristiana. En el siglo XVII sufrió un hundimiento que obligó a modificar su estructura urbana.

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