Vamos ahora a visitar el segundo castañar en importancia del Marquesado. Partiendo de la villa de Aldeire, población que con su castillo de ”La Caba” realizó históricamente una función de vigía del paso de La Ragua, nos adentraremos en el barranco de la Rosandrá, en el río Benéjar, disfrutando de los restos del que fue un extraordinario bosque de castaños. Posteriormente ascenderemos por un gran pinar hasta el Puerto, por encima de nosotros “Los Morrones” y los puertos nos marcan la línea descendente de la cuerda de Sierra Nevada.

Comenzamos nuestra excursión, a pie, en la plaza de la Constitución. Dos indicaciones nos señalizan la salida del pueblo hacia nuestro objetivo, aunque también podemos salir por la calle Real. Una vez dejada atrás la población, caminamos por una pista que en su comienzo está asfaltada y que rápidamente nos introduce en el barranco. Estamos en el río Benéjar, Inmediatamente el fresquito, la arboleda, el canto de los pájaros nos inundan con agradables sensaciones. Un cartel de madera nos indica la posibilidad de varias rutas, por ejemplo a la casa forestal desde la que se disfrutan unas interesantes vistas de Aldeire y de todo el marquesado. Nosotros continuamos por el río, no podemos distraer nuestra atención porque los castaños a uno y otro lado saludan al caminante. Fijémonos en el grosor del tronco de algunos de ellos, en 15 minutos estamos en el Área recreativa de la Rosandrá.

Este agradable lugar ha sido objeto de polémica y enfrentamientos en los últimos tiempos entre vecinos e instituciones. Un viejo proyecto pretendía encementar el río con la consiguiente muerte de toda la vegetación de ribera, así como algunos intentos de construir casas junto al cauce. A partir de aquí tenemos dos caminillos que unos metros más adelante vuelven a coincidir. El de la derecha nos hace pasar por un puente colgante, de bella factura, construido por la Consejería de Medio Ambiente. Si continuamos por el de la izquierda, cruzamos el río por unas imponentes piedras de pizarra alisadas, pronto observamos una construcción moderna que intenta recuperar con acierto un viejo molino. A partir de aquí observamos la presencia de una pequeña acequia perfectamente enlucida con lajas de pizarra. Bosque de galería con álamos, mimbres, alisos y castaños, después almendros (que han sustituido parte del sustrato de castaños), escalando el monte, pinos de repoblación. Caminamos y pronto volvemos a cruzar el río a la derecha. Junto a un viejo corral un gran castaño. Posteriormente nos encontramos con la captación de agua que se ha hecho sobre el río para el abastecimiento del depósito de potabilización del pueblo. Volvemos a cruzar el río por encima de grandes piedras. Caminamos, mientras escuchamos el canto del ruiseñor y el rumor del agua cristalina, enseguida topamos con una obra moderna relacionada también con la cloración de aguas, dos nuevos corrales, uno a la izquierda y otro a la derecha.

Seguimos la marcha y ya llegamos a la junta de los ríos: junqueras, agua ferruginosa y ejemplares de digital. Nos quitamos la mochila, descansamos y saboreamos el agua con profundo sabor a sierra. En este punto se juntan los ríos del Barranco Hondo, barranco de los Tejos, Barranco de los Pasillos y Barranco de los Prados Ciruelos. Este castañar de Aldeire es la mínima expresión comparado con lo que históricamente fue en cuanto a extensión y número de pies. En una de las orillas podemos ver una plantación nueva, iniciativa de un lugareño, que a buen seguro animará a otros agricultores y será la garantía de futuro de que estos ecosistemas singulares no desaparezcan. Para llegar a este punto hemos invertido un tiempo de 45 ó 60 minutos. Es fácil ver por aquí arrendajos, con su bello colorido blanco-marrón negro y su característico graznido. Localizamos una señal de nuestro sendero, con señalización inversa, y tras un corral cogemos la veredilla que serpenteando entre jóvenes encinas va subiendo la loma. Vamos ganando altura por el cortafuegos. Encima nuestra el Morrón de Aldeire o del Mediodía (2.753 m), a la derecha el Morrón de San Juan (2.786 m), entre ambos el Puerto del Lobo. Si miramos para atrás Aldeire y los llanos del Marquesado. Seguimos subiendo, un mar de pinos de repoblación a ambos lados, pronto atisbamos a la izquierda el morroncillo del Tío Justo. Agotamos nuestra subida hasta la línea final que nos marcan los pinos. Para los más entusiastas existe la opción de afrontar la subida hasta el Morrón invirtiendo una hora más, la vista de las dos vertientes lo merece. Es el momento de torcer a la izquierda. Seguimos pues por el senderillo entre los pinos. Pronto atravesaremos el arroyo del Barranco de los Pasillos. Frente a nosotros el Morrón Sanjuanero (2.610 m), más a la izquierda el Morrón del Hornillo (2.375 m) y por fin en Morrón de la Cabañuela (2.223 m), descenderemos y ya hemos llegado al puerto de la Ragua, final de nuestro trayecto.

Algunos senderistas escogen realizar esta excursión en dirección contraria: salida desde el Puerto de la La Ragua y bajada hasta Aldeire, es más suave y liviana.