Cerca del mar. Pasear por la playa o contemplar el mar desde el castillo de San Miguel es una verdadera gozada de la que puede disfrutar cualquier viajero que se desplace estos días hasta la ciudad de Almuñécar en la costa granadina. En invierno, su luz y su color son diferentes, pero siguen siendo cálidos. Ahora es tiempo de disfrutar de sus cálidas temperaturas y de los monumentos que dejaron las culturas fenicias, romanas, árabes, cristianas… o de joyas naturales como el parque ornitológico y el parque botánico-arqueológico ‘El Majuelo’.

El recorrido lo vamos a iniciar en la Oficina de Turismo, palacete de la Najarra (s. XIX) y de ahí nos vamos a dirigir al Peñón del Santo, donde está la Cruz del Santo, una de las estampas más típicas de la ciudad. A los pies del Peñón nos debemos fijar en la estatua a Abderramán. Después de que el viajero se lleve guardadas en la retina unas impresionantes vistas se debe dirigir al parque ornitológico botánico Loro Sexi, situado en las laderas del castillo. Ascendiendo por sus senderos se disfruta de uno de los paseos más atractivos y singulares de la ciudad de Almuñécar.

En el parque los grandes y pequeños van a disfrutar de lo lindo con los 1.500 ejemplares pertenecientes a casi 200 especies de aves que conviven en dicho espacio. Cisnes, patos, loros, cacatúas, palomas, pavos reales y avestruces son algunos de los ejemplares que se pueden ver en este parque, que en su parte más alta –justo a los pies de las murallas árabes– cuenta con un jardín de cactus.

Una vez que se han escuchado los cánticos de los loros, cacatúas… la siguiente cita la tiene el viajero en El Majuelo, un parque idóneo para relajarse rodeado de una gran variedad de plantas. En ese espacio existe una representación de todas las zonas tropicales: África, Indonesia, Nueva Guinea, Australia, centro y sur de América… Son más de 180 especies diferentes.

El Majuelo es un jardín de los pocos que existen en Europa con tantos ejemplares de palmas al aire libre.

Castillo  de San Miguel                                                                                                          Tras este recorrido llega la hora de subir al castillo de San Miguel, en el que quedan restos de varias culturas que han pasado por Almuñécar (planta de una casa nazarí, la famosa mazmorra…) Las vistas desde la fortaleza de las playas, como San Cristóbal, o la vega y del pueblo en general, son impresionantes.

La siguiente parada que le proponemos al viajero es la del Museo Arqueológico, sita en la Cueva de Siete Palacios, posiblemente un templo en honor a la diosa Minerva. En el interior se pueden observar algunos de los restos históricos más destacados del municipio: objetos de las necrópolis de Noy –que también hay que visitarla– o la factoría de salazón de El Majuelo. Si bien, la joya del museo es el vaso egipcio del s. XVII a. C., esculpido en cuarzo sólido. Fue descubierto en una casa.

En el corazón del casco urbano el turista debe fijarse en calles como la de Santa Adela, San Miguel… que antiguamente acogieron varias alfarerías y que hoy sólo cuenta con la de Antonio Fernández en la que se pueden comprar botijos, vasijas… Otra de las callejuelas con historia es calle Nueva. Ahí está el pozo y dice la leyenda que era donde guardaron la virgen cuando la invasión.

Tras pasar por la plaza del Ayuntamiento hay que visitar la iglesia de la Encarnación donde está la patrona de Almuñécar, la virgen de la Antigua.

Después de conocer la historia de este monumento, vamos a caminar desde la Puerta de Granada hasta la Carrera de la Concepción y vamos a ver una fuente cerca del tramo del acueducto romano y las termas.

Y una vez que hemos callejeado de un sitio a otro, nada mejor que pasear por alguna de las playas de este pueblo de tradición agrícola y marinera. Las playas de San Cristóbal o Puerta del Mar son buenas alternativas.