Laroles es un extraordinario mirador sobre la cuenca que forman los ríos de Válor, Picena Alcolea y Ugíjar que al juntarse cerca de Darrical formarán el embalse de Beninar. Debajo Picena, Cherín y Ugíjar; a la derecha la Contraviesa con el Cerrajón de Murtas, Mecina-Tedel, Cojáyar y Jorairátar; a la izquierda la Sierra de Gádor, Lucainena, Laujar y toda la cuenca del Andarax.

De Laroles nos sorprende lo grande que es su núcleo urbano para ser un pueblo alpujarreño. Nos encanta su bonita Plaza del Ayuntamiento, sus parrales, las macetas colgadas en balcones y calles, su iglesia de Ntra. Sra. Del Rosario con su torre de ladrillo cuadrada, sus barandas de madera, y sus aleros de pizarra que en su conjunto nos demuestran una cierta preocupación en vecinos y ayuntamiento por conservar el urbanismo alpujarreño. Conocemos el “sendero del castaño milenario”, sus casas rurales y su camping y como no, el sendero empedrado que entre huertas primorosas de “portal de Belén” nos conduce hasta Picena.

Salimos de Laroles por la carretera, aunque rápidamente la abandonamos para tomar el camino de la sierra. Caminamos por una pista entre almendros y antes de llegar a un molino cogemos una vereda que va remontando el terreno empinado. Nos topamos de nuevo con la pista pero nosotros optamos por la salida de la izquierda, junto a un serval que nos llama la atención, y cruzamos la acequia que alimentaba los molinos de estos parajes. Seguimos caminando y ya observamos la cercanía de un barranco, por los álamos y por la imponente sombra que provocan los castaños. Cruzamos el río e iniciamos una ascensión entre helechos que acompañan en sotobosque a nuestros queridos castañares. Junto a las ruinas de una construcción sale un ramal que tomamos a la izquierda. El paseo se suaviza y aprovechamos para disfrutar de la vegetación. Enseguida llegamos a Júbar.

Júbar es una pequeña población, apenas surcada por una sola calle; a su entrada está la Fuente de los Parrales, los lavaderos y las eras. Su iglesia nos asombra por su primitivismo. Tiene una portada de ladrillo pintada en rosa con dos contrafuertes, de construcción posterior, para apontocar la pared ya que algunas grietas amenazan el edificio. En el tejado, una veleta, en la que se sobreponen los símbolos del cristianismo y del judaísmo.

Mairena es una excelente atalaya desde la que se domina el valle de Ugíjar. De sus empinadas calles destacamos: la calle Ancha, Laurel, Zacatín, Sierpe, Iglesia y Ermita. La iglesia del Santo Cristo de la Luz es del siglo XV, en la que sobresale su torre cuadrada, de ladrillo, al estilo mudéjar. Sus numerosos tejados de launa y las huertas junto a las casas la engalanan.

Nos encaminamos hacia Mairena, cogemos el camino de las eras, que parte de una fuente, pasamos una segunda fuente, una acequia y un pequeño barranco. Posteriormente nos encontramos con dos pistas forestales que simplemente cruzaremos, enseguida estamos en la carretera. Andamos unos metros y cogemos un sendero a la derecha en el que las chumberas nos informan de la templanza del clima por estos lares. Caminamos y pronto avistamos la torre de la iglesia de Mairena que nos va a servir de faro hasta llegar a esta localidad.

Salimos del pueblo por la era baja, vamos camino de Nechite, ascendemos un tiempo junto al río Mairena hasta llegar a un antiguo molino lleno de maleza, en este punto lo cruzamos, vamos a adentrarnos en la Loma Garrido que separa los dos ríos, el de Mairena y el de Nechite. Ante un cruce de caminos, seguiremos por el de la derecha, junto a una era. Ascendemos, alcanzamos una pista, que seguiremos, pero sólo hasta que observemos que pronto sale nuestro sendero a la izquierda. Cruzamos un chorro de agua conocido como “la Barranca” que baja desde el paraje de Las Rosas, dejamos a la derecha el peñón del pobre y más tarde se nos presentan las primeras vistas de Nechite. Seguimos caminando hasta atravesar por un puente el río Nechite, que baja desde las faldas de los mismísimos morrones de San Juan y del Medio Día. Aquí nace una pista que nos conduce al Barrio Alto, aunque se puede coger el sendero que sale junto a un gran castaño que te conduce directamente al Barrio de Enmedio.

Nechite, “alegre”, es un conglomerado morisco de tres barrios, Castalda, La Zubia y Abencelín, debajo la vega con sus huertas, a su derecha el barranco con su río, encima el encinar, el Cerrón, los pinares y el Puerto del Lobo.

Dejamos el entorno de la fuente Martín por una pista encementada en dirección a Válor. Caminamos junto a una acequia y entre castaños que nos deleitan con su satisfactoria sombra. En breve estamos en Válor, en su parte alta.

Desde Válor podemos hacer una buena excursión hasta encumbrarnos en el histórico puerto del Lobo, por los caminos que a buen seguro debió utilizar Gerald Brenan. Salimos por encima del pueblo, donde está la fábrica de quesos, por una pista forestal que pasa justo debajo de El Cerrón (1.525 metros). Un poco más arriba del Cortijo Fuente del Espino, a la derecha del Río de Válor, el agua, los castaños, nogales y álamos, alegran nuestro espíritu. Dejamos la pista para coger un sendero que asciende, entre chaparros, por la cresta de la loma. Pronto tocamos la cima del Peñón de la Loma (1.926 metros), entre repoblaciones de pino silvestre, debajo, a la izquierda queda el Cortijo de la Sacristía.

Seguimos nuestra marcha, el sendero se desvía sólo unos metros de la línea más alta de la loma, corrales de ovejas, la Fuente del Piojo, Primeras Aguas y Las Chorreras, donde tuvo lugar el episodio entre los gitanos y la guardia civil, llegamos al Puerto, podemos tardar 3 horas y media o cuatro.