Aunque este recorrido puede ser realizado a pie, con la condición de que alguien nos lleve hasta la Fuente del Hervidero y nos recoja, luego, en el Purche o el Dornajo, consideramos que es ideal para hacerlo en bicicleta ya que, utilizando este medio, podemos salir de Granada y volver a ella sin necesidad de ayuda.

Muchos son los caminos que, desde la capital, nos llevan a la Fuente del Hervidero, aunque nosotros aconsejamos el que, desde el pueblo de Cájar, deja a la derecha las pistas polideportivas y se encamina a los Llanos –su nombre es equívoco- para, bien por el Barranco de Manocabi -o Malacabí- o por el Camino de las Satajardas, que lo rodea por la izquierda, desembocar en la carretera de la Fuente del Hervidero, cerca del cortijo. El truco para no perderse es, pasados los Llanos, tomar el primer cruce a la izquierda y, a partir de ahí, todos los demás a la derecha.

A continuación seguiremos la ruta a La Cortijuela que abandonaremos, poco antes de llegar a ella, por un camino en subida que, cortado por cadena, sale a la izquierda y nos encamina al Collado de Ruquino que, para hacerse una idea del desnivel salvado, está a 1.800 metros de altitud –1.100 metros desde Granada- y en el que nos dirigiremos a la izquierda.

Por precioso sube y baja, en el que habrá que tener cuidado con el terreno arenoso, vamos dejando atrás, a nuestra izquierda, el Pico de la Carne, Cerro Gordo, el Cerro Huenes y el cerro de los Poyos de Monachil. Precisamente pasado el camino que nos llevaría a la cumbre de este último, y con la vista del Pico del Tesoro a nuestra diestra, empieza el descenso que nos conduce al Barranco de la Dehesilla, aunque, a media bajada, en curva a la derecha, es obligatorio parar para contemplar el cauce del Monachil, presidido por el Cerrajón y una preciosa panorámica de Sierra Nevada.

El barranco nos guía, con vegetación, es lógico, más abundante, hasta el Cortijo de la Dehesilla que rodeamos por la izquierda para poder seguir el curso del agua que nos lleva hasta la Central de Diéchar, proyectada, también, por el ingeniero industrial D. José Morell Cuéllar, y que consta de dos edificios como era habitual en este tipo de construcciones: la sala de máquinas y la vivienda.

Pasado, por vado, el río Monachil, empieza una dura y serpenteante subida que, además de esfuerzo, nos planteará el dilema de cómo abandonar el cauce del río: podemos seguir subiendo ignorando el cruce que, en una curva a la izquierda, surge en sentido contrario o bien abandonar la cansina ascensión. Si escogemos la primera opción, un ligero llaneo, tras acabar la subida, nos conducirá al Cortijo de las Mimbres y, otra vez ascendiendo, tras rodear el Cortijo Tornero, al Collado del Muerto y la carretera asfaltada que, a la izquierda, se dirige al Purche. Desde aquí a Granada, ya sabemos el camino.

Podemos, no obstante, elegir otra variante que, además de atractiva, nos permitirá acercarnos al Cortijo de San Jerónimo, lugar emblemático y parada obligatoria en las excursiones que se realizan a Sierra Nevada a finales de 1800 y principios de 1900.

Una vez tomado el desvío a la derecha que anteriormente citábamos, en la curva, nos dirigiremos hacia unos corrales que vemos enfrente. La pista se eleva, paralela al Monachil, en dirección a Pradollano, cuyas instalaciones acertamos a distinguir en la lejanía y, entre que, de repente, nosotros bajamos y el río sube, llegamos casi a encontrarnos con él y, por consiguiente, la vegetación aumenta hasta agobiarnos, sobre todo en la curva, a izquierdas, en que arranca el canal de la Central de Diéchar, en que de nuevo empezamos a ascender.

Hasta el cruce del Cortijo Diéchar, contemplamos, frente a nosotros, la pista por la que hemos bajado al barranco de las Dehesillas y, sobre él, el Cerro de los Poyos de Monachil. Seguimos subiendo y matorrales, pinos y encinas se entremezclan a la sombra del Dornajo, con la estampa del Cerrajón, sobre el cauce del Monachil –ventana que nos deja ver Granada al fondo-, a nuestra izquierda y, aún más a ese lado, el Pico del Tesoro y el Trevenque: sin duda una de las visiones más espectaculares de la baja montaña granadina.