En los alrededores y en los talleres de herrería del Albaicín se crearon las historias y leyendas sobre los cantes de fragua, como el popular martinete. Ya no se cantan en estos ámbitos, pero los oficios del metal, impregnados del legado musulmán, a pesar de su evolución son un referente de la provincia. Se hacen verdaderas obras maestras que dan la vuelta al mundo.

Los forjadores, caldereros y artesanos, por lo general son herederos de una tradición familiar, y aún quedan algunos en pueblos como Albolote, Alhendín o Válor así como en el Albaicín y Sacromonte granadino. Muchos de ellos fabrican los famosos faroles granadinos que dan la vuelta al mundo con nombres de pueblos de la provincia: farol Capileira, farol Chauchina, Dúrcal, Cájar, entre otros.

El oficio del metal es la excusa perfecta para dar una vuelta por pueblos como Albolote, Alhendín y Válor y conocer un poco más la historia y gastronomía de estos rincones llenos de color y el tintineo del martillo, aunque ya no tan artesanal.

En Albolote, industrializado ya gran parte del negocio, aún quedan talleres más artesanales como el de Norberto Ortega. Después de descubrir cómo se trabajan los faroles y si apetece comprar alguno, se puede dar un paseo por el pueblo, visitar la iglesia parroquial Encarnación del Hijo de Dios y Anunciación de Nuestra Señora (siglo XVI) que conserva un gran patrimonio artístico. También es recomendable degustar una sopa granadina con arroz, ensalada de judías blancas o un potaje de garbanzos y trigo.

Gastronomía
En Alhendín el verde de las choperas y de las huertas también está muy presente en los faroles granadinos, aunque no sean tan artesanos. En la visita por el pueblo destaca la iglesia de la Concepción de una gran riqueza histórico-artística (siglos XVI-XVII). Nadie se puede ir sin probar las migas de maíz y el choto al ajillo. En la tienda de Manuel Bernedo se puede comprar algún farol.

Válor, parque natural de Sierra Nevada, también ha sido referente en este oficio. En su término se puede disfrutar de las riquezas del parque. De esta ruta también forman parte el Albaicín y el Sacromonte, cuna de talleres y fraguas a lo largo de la historia. Ahora se pueden ver estas piezas ‘colgadas’ en las paredes de las cuevas.