Cantaba pizpireta Rocío Dúrcal "más bonita que ninguna y el Valle del Lecrín", al que pertenece el pueblo que eligió para su apellido artístico, luce ahora más bonito que ninguno. Muchos de sus pueblos están ‘adornados’ con los naranjos que hay en sus campos y la estampa que ofrecen es preciosa. Es una época ideal para visitar este Valle de la Alegría que los árabes descubrieron en sus viajes hacia el oeste de Granada y del que se quedaron prendados.

La primera parada de esta excursión la vamos a hacer en el pueblo y los alrededores de Dúrcal. Dicen los lugareños que a Rocío Dúrcal  le gustaba el olor a membrillo. Los más mayores como Maravillas la costurera guardan muchas fotos de ella. En una, la artista aparece montada en un borriquillo allá por la década de los sesenta cuando le dieron su nombre a una calle, una de las más céntricas.

En sus visitas a Dúrcal esta ‘señora de las rancheras’, paseó por sus calles y también conoció alguno de los antiguos molinos que ahora se han rehabilitado y acogen restaurantes, alojamientos e incluso una granja escuela. El viajero no debe perderse este paseo de la ruta de los molinos a orillas del río. El recorrido se inicia, normalmente, en el barrio de la Estación y después se baja por la calle Calvario en dirección al río Dúrcal. Tras superar el puente del cable, el camino se llena de verdor y el ruido predominantes es el del agua.

Los baños de Urquízar, que dicen los oriundos que lo curan todo, el Peñón de los Moros, el Fuerte de Márgena o los diferentes puentes –el de Lata, el de piedra con siete arcos, el romano…– son otros enclaves señeros de este municipio cuyos barrios se encuentran divididos históricamente en San Blas, la Estación, Bajo Darrón, la Almócita, la Iglesia y la barriada de Marchena.

Antes de abandonar el pueblo, el excursionista debe probar, como lo hiciera Rocío Dúrcal en alguno de sus viajes, el mosto del lugar, las migas de pan y harina, la calabaza frita o las habas con jamón. En el bar de ‘Manuel el Pionono’ sirven mosto y buenas tapas.

La huella árabe

Tras la visita a Dúrcal el viajero, que puede alojarse en alguna de las casas rurales u hoteles de la zona, puede visitar desde allí algunos de los otros pueblos del Valle del Lecrín. Poblaciones de El Valle o Lecrín saborean la hermosura de sus naranjos. Son tierras –en referencia a los pueblos de todo el valle– ricas en naranjos, limoneros, almendros, viñedos y olivos. Los naranjos se pueden contemplar en núcleos poblacionales como Melegís, Béznar, Talará, Mondújar, Albuñuelas, o Saleres y Restábal, refugio hasta hace poco de otro personaje ilustre, el hispanista Ian Gibson.

En los pueblos del Valle del Lecrín, próximos a la capital, se conservan las ruinas de varios castillos y fortalezas árabes. Uno de los más famosos es el de Lecrín, donde eran enterrados los reyes árabes de Granada.

Entre restos arquitectónicos de la Historia, el viajero podrá impregnarse en esta excursión de colores y olores a azahar. No deje de aprovechar estos días de sol para darse un paseo por estos pueblos y ver el espectáculo que ofrecen limoneros y naranjos.

DATOS

• Dónde ir: Al Valle del Lecrín y hacer una parada especial en el pueblo de Dúrcal, conocido mundialmente por ser elegido por Rocío Dúrcal como apellido artístico. El resto de pueblos y anejos de este valle granadino son Albuñuelas, El Padul, El Pinar (Pinos del Valle, Ízbor, Acebuches, Tablate), El Valle (Melegís, Restábal, Saleres), Lecrín (Acequias, Béznar, Chite, Mondújar, Murchas, Talará), Nigüelas y Villamena (Cónchar y Cozvíjar).

• Qué hacer: Pasear por los campos de naranjos que ahora están preciosos, hacer alguna ruta como la de los Molinos de Dúrcal y descubrir los rincones históricos de esta tierra a la que llegaron los árabes en el siglo VII y se quedaron prendados. En el pueblo de Dúrcal además de parajes como los de los baños de Urquízar es un buen momento para pasearse por la calle que lleva el nombre de la artista recién desaparecida.
• Más información: En los ayuntamientos de cada uno de los pueblos o en la página web de la Diputación.