Este es un sendero largo que nos permite atravesar el Parque Natural de la Sierra de Huétor por zonas rocosas y bosques, disfrutar de buenas vistas del Cerro del Agua y del Cerro de las Calaveras y, especialmente, alcanzar las proximidades del nacimiento del Darro, río que llega a Granada capital y discurre por sabias canalizaciones que los árabes ordenaron en la Alhambra. En la Fuente de la Teja nos podremos detener a probar el este agua antes de emprender el regreso y contemplar el bonito valle que ha surcado el río. 

 
Distancia de ida: 11,5 km  
Duración de ida: 4 horas 
Dificultad: Media
Municipios recorridos: Huétor Santillán
 
Cómo llegar: Desde la salida de la autovía A-92 que indica Parque Natural Sierra de Huétor debemos tomar la pista forestal que lleva a la Casa Forestal Los Peñoncillos, a 200 metros del comienzo de esta pista encontramos la señal de inicio del sendero señalizado por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.
Entre pinos, encinas y vegetación de ribera discurre este sendero por una de las arterias directas al corazón del Parque Natural Sierra de Huétor. La base caliza del terreno esconde aguas subterráneas que afloran en manantiales y fuentes, mientras en la superficie las rocas son modeladas por los efectos de una erosión extrema. Aunque duras, las condiciones meteorológicas no impidieron la explotación de los recursos de estas sierras, cuyos restos encontraremos a lo largo del trayecto.
El sendero comienza muy cerca de la casa forestal los Peñoncillos. Antes de llegar a ella cogeremos una pequeña senda que a modo de arteria nos llevará directamente al corazón del Parque Natural Sierra de Huétor. Nos encontramos inmersos en un fantástico pinar de repoblación donde destaca el pino resinero, animado con el canto frecuente de mirlos, petirrojos y mosquiteros.
Y entre pinos y pinos, nos adentramos en una zona denominada El Jardín, en la que el pinar se abre y cede terreno a las encinas, mientras a ras de suelo se entremezclan tomillos, romeros, jaras, mejorana y enebro.
Poco después de la loma de los Corrales surgirán, próximas al camino, unas viejas construcciones ganaderas desde las que continuaremos a media ladera del cerro del mismo nombre hasta el mirador de la Zarraca, donde espectaculares vistas de Sierra Nevada nos esperan. Desde el mirador, seguiremos dirección norte atravesando nuevos barrancos, hasta conectar con la pista forestal de Polvorite. Descenderemos por una zona de umbría en la que predomina la roca caliza. 
Es en estas zonas donde crecen verdaderas joyas botánicas, equiparables a los valores paisajísticos de la umbría observables desde esta pista, con gran densidad de pinares de un verde intenso.
Nuestro camino discurre envuelto entre pinos negros, laricios y silvestres hasta llegar junto a la base del Cerro del Púlpito, una mole de roca caliza a modo de pirámide de 1.426 metros de altura, que comparte grandeza con el Cerro de Garay, a la derecha, y con el Calar de los Mármoles, a nuestra izquierda.
Rodeamos el Púlpito y continuamos bajando hacia la Fuente de la Teja rodeados bajo un manto de pinos resineros, encinas y quejigos, y acompañados de madreselvas, ruscos y majuelos. La presencia de agua, además de acompañarnos con su música, acentúa la gran biodiversidad de este parque natural. Después de un merecido descanso, descendemos por la pista acompañados por especies adaptadas a este entorno de ribera como alisos, sauces, álamos, juncos; o las zarzas e hiedras que se enredan y trepan. Y así, llegamos hasta el mirador Las Veguillas, lugar desde el que podremos contemplar el barranco del Darro. Siguiendo por el camino y dejando atrás este cauce, la pista nos lleva a donde empezamos, listos para conocer otros senderos e instalaciones de este parque natural.
Las aguas del Darro
El río Darro se hace famoso a su paso por Granada, pero es en estas sierras donde tiene su nacimiento. Torrentes, barrancos y arroyos le rinden tributo hasta conformar el río que permitió el esplendor de los  jardines de la Alhambra. Sus aguas escondían otro tesoro buscado con tesón desde época romana, el oro, que le dio nombre: aurus, en latín. Los árabes lo llamaron Hadarro, para ser bautizado después por los cristianos como Dauro, que dio como resultado su nombre actual, Darro. La búsqueda de oro continuó hasta mediados del siglo XX, y así, era posible encontrar, en el valle inferior, buscadores de sueños cribando las arenas.
Las calizas
El sustrato calizo permitió la existencia de caleras para su aprovechamiento. En terrenos como éste, el agua se oculta y aflora en manantiales y fuentes. Sometidas a la erosión del viento, de los cambios  bruscos de temperatura, y de la lluvia, las rocas dibujan a veces formas caprichosas, casi escultóricas. Los arrastres, ya en el valle, dan como resultado suelos fértiles, mientras las duras condiciones aquí arriba obligan a las plantas a una mayor especialización, sin perder su humilde belleza.