Para llegar a Plaza Larga, inicio de este itinerario, podemos optar por tomar el microautobús que sale de Plaza Nueva. El primer tramo es un recorrido tranquilo por el alto Albaicín, en el que se alternan lugares llenos de bullicio con otros escondidos y silenciosos.

Después se descenderá hacia el Paseo de los Tristes. Si se quiere y tiene oportunidad, es el momento de visitar el interior de casas, cármenes y realizar un paseo inolvidable por las escuelas del Ave María.

Lo que en el siglo XIII, o quizá antes, comenzó a llamarse con toda propiedad el barrio del Albayzín (Rabat Albayyatin) es el principal espacio que vamos a recorrer. Se localizaba al norte de la Alcazaba Cadima o Vieja, y surgió después de que los ziríes del siglo XI construyeran el primer núcleo de la ciudad que fundaron. Parece demostrado que las gentes que dieron consistencia al arrabal procedían de los territorios conquistados por Fernando III el Santo en Al-Ándalus, poco antes de que Alhamar fundara la Alhambra.

Es el único itinerario en el que no encontramos miradores reconocidos como tales, algo raro en el Albayzín. Sin embargo no nos van a faltar vistas de antología ni tampoco los contrastes: pasaremos del bullicio al silencio, de construcciones populares a otras de carácter señorial, de una orografía llana a otra en cuesta, de zonas abigarradas de caserío a alguna otra donde la vegetación y el espacio abierto son los protagonistas.

Finalmente este trayecto incluye un buen número de monumentos de titularidad pública o institucional, lo que de alguna manera nos permite visitar sus interiores. Esta circunstancia deberán tenerla en cuenta las personas interesadas, a fin de poder organizar su visita en horario regularmente establecido.

“Plaza multicolor, vocinglera, con algo de zoco moruno, donde los albaicineros trafican y trapichean sus humildades comerciales. Mercadillo mañanero donde lo mismo puedes comprarte, previo el emocionante regateo, una fuente de Fajalauza, que unos zapatos negros, que un manojillo de cebolletas, que una rueda de tejeringos, que una camisa de naylon de rayas”, Ladrón de Guevara, 1972.

Vivenciar el espacio que describe Ladrón de Guevara, escudriñar el interior de una vivienda morisca, entrar en el imaginario de la leyenda del aljibe de la Vieja, comprobar cómo era la mezquita aljama, percibir la gracia mudéjar de la torre de San Bartolomé, pasear por calles donde nunca entraron los coches, identificar monumentos desaparecidos, son algunas de las posibilidades que ofrece este itinerario.