Los baños termales de Alicún, conocidos desde la prehistoria y cuya utilización por romanos y árabes está documentada, se sitúan junto a la carretera que une Villanueva de las Torres –a cuyo municipio pertenecen– con Gorafe, equidistantes (8 km) de ambas localidades.

 

El complejo se extiende a lo largo de cuatro terrazas fluviales del río Fardes, en su concurrencia con la Rambla Becerra, rodeado de extensa vegetación y en un entorno natural muy llamativo.

 

Las primeras referencias escritas sobre el balneario aparecen en los documentos del reparto de tierras que los Reyes Católicos hicieron entre los caballeros que cooperaron en la conquista de Granada. La declaración de utilidad pública de sus aguas data de 1870. Desde principios del siglo XX el balneario de Alicún es un negocio familiar muy discreto que está dotado de las instalaciones necesarias requeridas por su público. Los propietarios dirigen sus esfuerzos e inversiones hacia la conservación y mejora del conjunto. Cada año van realizando mejoras tanto en los exteriores como en las instalaciones hoteleras y termales.

 

Alicún de las Torres es un extraordinario lugar para disfrutar de unos días de tranquilidad a precios comedidos. Pocas cosas rompen la paz y el silencio de este rincón perdido. La excepción es el bullicio de gente en el recinto de la gran piscina exterior durante la temporada estival, aunque está situada a una prudente distancia del balneario.

 

Recorrer el acueducto natural, que el agua ha ido formando a lo largo de siglos, resulta una experiencia interesante; como lo es subir al Cerro de la Mina para ver la inscripción prehistórica que bien podría ser el único testigo de una antigua adoración religiosa. O dar un paseo por los alrededores para ver los dólmenes y solazarse con el paisaje envuelto en el aroma inconfundible de los pinos.