Nada más atravesar las puertas que dan a las calles Rector López Argüeta o Gran Capitán cambia el escenario ruidoso y atropellado de la ciudad por el del silencio de un lugar especial. Con sólo andar dos metros se accede a otro mundo de sonidos, colores y olores diferentes. El Monasterio de San Jerónimo es otro mundo. Un monumento promovido por los Reyes Católicos, como gran parte de las joyas arquitectónicas de la capital, en el que se puede admirar la riqueza de las grandes construcciones.

Símbolo de la arquitectura religiosa y monacal del Renacimiento -también hay huellas de otros estilos-, el Monasterio de San Jerónimo también lleva la firma de Diego de Siloé. Los Reyes Católicos lo fundaron en Santa Fe en 1492, y fue puesto bajo la advocación de Santa Catalina y trasladado a Granada de inmediato. Se inició su construcción en 1492, finalizándose en 1547.

Cuenta la historia que en 1523 Carlos V cedió la capilla mayor de la iglesia a la duquesa de Sesa para que estableciera en ella su propia sepultura y la de su marido, don Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán. Esta decisión supuso la formación de un centro ideológico en un nuevo núcleo urbano de carácter aristocrático; el claustro acogió varias capillas funerarias correspondientes a enterramientos señoriales: Francisco de Bobadilla, Díaz Sánchez Dávila, Ponce de León…

La remodelación funeraria se encargó al decorador italiano Jacobo Florentino El Indaco, cuya intervención, pese al corto periodo en que estuvo al frente de sus obras, supuso un cambio del proyecto hacia horizontes plenamente italianizantes continuados posteriormente por Diego de Siloé. En el crucero se situaron dos capillas colaterales con abundante decoración.

Los escudos

En el exterior también dejaron su huella tanto El Indaco como Siloé. Lo hicieron colocando un entablamento con hojas de acanto sobre cartones en el friso; en el centro, escudos del Gran Capitán y su esposa sostenidos por tenantes vestidos a la romana. Estas formas llaman la atención ya que son guerreros con hachas, medallones con bustos e inscripciones alusivas a las hazañas del Gran Capitán, sostenido por dos figuras femeninas, alegorías de la Fortuna y la Industria.

A Diego de Siloé corresponderán, dentro de la remodelación de la cabecera, las cubiertas del crucero y la capilla mayor, completadas con casetones en los que aparecen figuras, monstruos y florones. En el centro, un cimborrio sobre trompas se resuelve con una bóveda de resabios goticistas, también decorada con bustos y querubines, adquiriendo un valor excepcional el ciclo iconológico de escultura desarrollado.

Datos

Un poco de historia: Primero se proyectó en Santa Fe, pero pronto se trasladó a Granada a la zona "nueva" de la ciudad. Se inició su construcción en 1492, finalizándose en 1547 bajo la dirección de Diego de Siloé. Destacan las impresionantes bóvedas decoradas con casetones y el elegante claustro ubicado junto a su galería principal. Para su construcción se utilizaron piedras de la puerta árabe de Elvira. Acoge los restos mortales del Gran Capitán. El Monasterio, que contaba con ricos ornamentos, fue saqueado por los franceses y posteriormente destinado a cuartel.

Horario de visitas: De lunes a domingo de 10.00 a 13.30 y de 16.00 a 19.30 horas.

Claustros

En este monumento hay que mirarlo todo con mucho detenimiento. Merece la pena. Seguro que cada vez se descubre algo nuevo tanto en el exterior como en el interior. El Monasterio cuenta con dos claustros que son distintos tanto por su estilo como por sus dimensiones. El mayor, al que se accede por una puerta abierta en la fachada que forma ángulo con la Iglesia, lo integran dos pisos de galerías abiertas; la inferior es de nueve arcos de medio punto con capiteles góticos. Las siete portadas de las capillas funerarias -ya mencionadas- que se abren a este patio se presenta toda la riqueza decorativa del Renacimiento.

El segundo patio, muestra elementos renacentistas, góticos y mudéjares; sus dependencias fueron habitadas por la Emperatriz Isabel, esposa de Carlos V, en su viaje de bodas. Tiene dobles galerías, la inferior de siete arcos de medio punto sobre columnas, con basas, capiteles y cimacio de carácter mudéjar; la segunda galería, de arcos rebajados y con balaustrada, fue reconstruida en 1965, ya que un incendio lo destruyó.

El Monasterio de San Jerónimo tampoco se ha librado a lo largo de los siglos de las invasiones y de los problemas. Así, después de haber pasado por diferentes vicisitudes y dificultades que redujeron su patrimonio, como ocurrió durante la invasión napoleónica o tras la Desamortización de Mendizábal (1835), durante mucho tiempo estuvo dedicado a cuartel. Posteriormente, concretamente en 1967, de nuevo pasó a manos de la Orden Jerónimo. Entonces se instalaron en él las monjas jerónimas. La iglesia es utilizada a menudo como recinto para conciertos.

Para la construcción del Monasterio de San Jerónimo, sita entre la calle Gran Capitán y Rector López Argüeta, se utilizaron piedras de la puerta árabe de Elvira. Sus piedras como el resto del patrimonio tienen una intensa historia que se puede conocer atravesando las puertas de cada uno de sus patios y estancias. Al primer patio donde están los naranjos se puede acceder sin pagar la entrada de la visita. Es un lugar perfecto para relajarse y olvidarse de los atascos de coches y autobuses en la calle Rector López Argüeta, por ejemplo, aunque se escuchen los coches, el sonido suena diferente.